La Copa Mundial de la FIFA es una especie de Oscar del fútbol donde los ganadores reciben mucha plata, y la mayoría de los vencidos —además de cobrar su cuota— se conforma diciendo ‘estuvimos ahí’ y no dejan de proclamar que volverán dentro de cuatro años.
El fútbol, con su impresionante atracción, y el negocio de la Copa, movilizado por una publicidad imparable, volverán a ser los reyes del espacio noticioso dentro de un mes, en Sudáfrica. Que el Mundial se dispute allí es lo de menos: será en Brasil dentro de cuatro años, en Abu Dhabi, Grecia o Nigeria en el futuro, y la buena renta estará asegurada de antemano.
Hablar de puro fútbol, en estas ocasiones, es bastante difícil.
Los 64 partidos, jugados a ritmo vertiginoso, tendrán tanta importancia (o menos) como el 98 por ciento de entradas vendidas, el ruido infernal de la tribuna sudafricana, la presencia de algún rey, de varios presidentes de gobierno y de decenas de estrellas de todo tipo, los errores de los jueces (examinados con lupa en miles de programas) y las declaraciones de entrenadores desbocados, aunque no esté José Mourinho y algún otro que podríamos enviar desde esta tierra boliviana…
En las Copas Mundiales, una cosa es lo que te ofrecen (‘el maravilloso espectáculo’ que podrás ver en vivo si tus horarios de trabajo son de goma) y otra la verdad de la ensalada. Habrá, como siempre, una mesa para los equipos privilegiados (no más de seis, seguramente) y otras en las que se ubicarán los restantes.
Si repasamos los nombres de los semifinalistas de las cinco últimas versiones (desde 1990) vemos que:
a) Cuatro equipos fueron campeones: Brasil, Alemania, Francia e Italia; el primero de ellos, cuándo no, por partida doble.
b) Esas cuatro selecciones lograron los segundos puestos (Alemania fue subcampeona en dos ocasiones) y ahí consigue un lugarcito Argentina, que llegó a la final de 1990.
c) En un segundo plano, los probables o los sorpresivos de siempre: Suecia, Inglaterra, Holanda, Croacia, Turquía, Bulgaria, Portugal y Corea del Sur. Esos equipos que suelen aparecer como estrellas fugaces para que los patrocinadores del espectáculo repitan que ‘el triunfo está al alcance de todos, sigan participando…’
Nosotros, los que hacemos posible el Oscar del fútbol, adquiriendo desde televisores hasta salchichas, tendremos, durante un mes, algunas pequeñas-grandes revanchas. Vamos a encontrar un partido (o más de uno) que salga de lo común: nos enamoraremos de un equipo que no está en la lista de los favoritos; veremos —en directo y en diferido— 30 ó 40 goles, y 80 ó 100 jugadas dignas de quedar en el recuerdo de los aficionados.
No todo será soportarlo a Blatter; ni escuchar 100 veces que el jugador Fulano, ahora famoso, nació en un barrio pobre, hijo de padres indigentes; o que otro jugador, Mengano, gana tantos millones de euros al año, y tantos miles de euros por minuto, así se esté duchando.
Hay que mirar con atención, esperar el minuto mágico —habrá varios entre los casi seis mil de todos los encuentros— y elegir nuestros jugadores, famosos o desconocidos hasta entonces, porque el fútbol sigue siendo un juego maravilloso a pesar del negocio.
Datos
Boliviano. El primer arbitraje de un boliviano en la Copa Mundial de la FIFA ocurrió en 1930. Ulises Saucedo, que figuraba como entrenador de la selección Bolivia que fue a Uruguay, tuvo a su cargo un encuentro en condición de juez. Eso ocurrió el sábado 19 de julio, en el partido Argentina 6-México 3.
Más y menos. El entrenador más veterano será Otto Rehhagel, alemán, que dirige la selección de Grecia: llegará con 71 años a la competencia y en septiembre cumplirá 72. El más joven será el neozelandés Ricki Herbert, que cumplió 42 el 10 de abril.
Brasil 100. Brasil está a un paso del centenar de partidos en las Copas Mundiales, pero, aunque llegue a la final en Sudáfrica, no podrá alcanzar ese mágico número.
En el 2014. La selección brasileña participó en los 18 Mundiales (es el único equipo que ostenta esa marca), y acumula 92 encuentros. De llegar a la final, habrá jugado siete encuentros y totalizará 99. En ese caso, festejarán ‘el partido cien’ en su propia tierra (2014).
Nombres y apellidos difíciles
Nosotros, los de habla hispana, nos hacemos líos con algunos nombres extranjeros (los coreanos, por ejemplo) sin entender que a ellos les puede suceder lo mismo con el paraguayo Bobadilla o el italiano Quagliarella...
Los relatores del fútbol inglés solucionan la cosa cuando llaman simplemente Park al delantero surcoreano Park Ji Sung, del Manchester United. Pero... ¿cómo llamaremos a otro jugador de Corea del Sur, Park Chu Young, delantero del Mónaco francés? Confiamos en los colegas que transmitirán la Copa Mundial, aunque no dejarán de trastabillar alguna vez cuando digan el apellido del volante sudafricano Letsholonyane.
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