Rusia, el equipo anfitrión de la Copa Confederaciones, afronta el torneo en plena crisis de juego y resultados, pero está obligado a dar la cara, más aún cuando el próximo año se juega el Mundial en su propia casa.
Tras los batacazos de la Copa Mundial de Brasil y la Eurocopa de Francia, la prensa local no sueña con grandes hazañas.
Las esperanzas que despertó el nombramiento de Stanislav Cherchésov como seleccionador se han desvanecido, ya que ha sufrido tres derrotas una decena de amistosos.
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