jueves, 19 de junio de 2014

Árbitros, pero también ‘personas normales’



Un farmacéutico, un policía inglés, un aficionado a la lucha libre, un millonario sueco, un vendedor de seguros y el propietario de una peluquería desempeñan un papel clave en el Mundial. Son las profesiones y ocupaciones de algunos de los 25 árbitros que participan en la Copa Brasil-2014.

En el campo, todos visten el mismo uniforme, utilizan el silbato para dirigir los encuentros y, como novedad, llevan en la cintura un spray para marcar las distancias en las faltas.

Pero fuera del estadio, cada uno de los 25 colegiados adquiere una identidad diferente, de lo más variopinta, que muestra el amplio espectro de posibilidades vitales que tiene el ser humano. Observemos por ejemplo a Noumandiez Doue.

Hizo historia en la segunda jornada del Mundial de Brasil al convertirse en el primer árbitro de Costa de Marfil en dirigir un choque del certamen (Chile 3 Australia 1). Además de ser uno de los mejores árbitros de África, el marfileño de 43 años es farmacéutico y “aficionado al baile”, según sus propias palabras. Más conocida es la vocación por el arbitraje del sueco Jonas Eriksson, millonario sueco que dirigió la victoria 2-1 de Estados Unidos a Ghana.

Es conocido como “el millonario relajado”, debido a su carácter y a la fortuna de siete cifras (los medios han publicado más de 10 millones de euros) que tiene después de haber participado en el desarrollo de una empresa de derechos deportivos. Además fue jugador de fútbol antes de convertirse en árbitro.

Un policía inglés que trabaja en Yorkshire es el popular Howard Webb, uno de los árbitros más reputados. Es un ‘ícono’ del arbitraje, con su cabeza rapada, musculatura y vehemencia en el campo, y es comparado por sus colegas con una estrella de Hollywood.

Los datos

Experiencia

Howard Webb dirigió la final del Mundial de Sudáfrica que ganó España a Holanda 1-0. También un clásico de Liga de Campeones.

Exjugador

El sueco Eriksson fue jugador de fútbol antes de ingresar en el mundo de los negocios. Ahora amasa una pequeña fortuna.

Hay un pastor, otro que vende seguros y un luchador

AFP

¿Un robo en casa? ¿Quiere usted asegurar su coche? Responda sí y su hombre será el turco Cuneyt Cakir, vendedor de seguros en Estambul y cuya actuación en el empate sin goles entre Brasil y México del martes fue seguida al milímetro después de los errores en las primeras jornadas.

Más espiritual es el perfil del mexicano Marco Rodríguez, encargado de dirigir el martes la victoria 2-1 de Bélgica sobre Argelia. Tras abandonar su trabajo como profesor de educación física, se convirtió en predicador protestante en un templo a las afueras de la capital azteca.

Para las cosas del día a día, si los jugadores necesitan un buen corte de pelo podrían recurrir al holandés Bjorn Kuipers, que dirigió la pasada final de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Atlético (triunfo 4-1 para los blancos). Compagina el silbato con su faceta de empresario, ya que es propietario de un salón de peluquería y dos tiendas de comestibles en Holanda.

No hubo bromas cuando se publicó que el primer colegiado de Gambia que participa en un Mundial, Bakary Papa Gassama, se dedica en su tiempo libre al ‘buri’, una modalidad de lucha libre en su país. “No soy bueno, lo tomo como hobby”, dijo.

Tuvo su momento de gloria en Brasil-2014 el brasileño Sandro Ricci, al convertirse en el primer juez que concedía un gol gracias a la utilización de la tecnología para saber si el balón había superado la línea. Lejos de pasar por un tipo aferrado a las máquinas declara: “Antes de cada partido me quito mi anillo y lo beso cuatro veces en honor de las cuatro mujeres de mi vida; mi madre, mi mujer y mis dos hijas”.

Más allá de la inevitable presión, dirigir un Mundial en Brasil tiene evidentemente sus aspectos positivos. “Cuando quiero dejar todo atrás, siempre voy al mar”, declara Nawaf Shukralla, un investigador de Bahréin. No hay que olvidar las palabras del abogado alemán Félix Brych, famoso en su país por haber concedido al Bayer Leverkusen un tanto que no entró. “Somos árbitros, pero también somos personas normales”.

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