viernes, 4 de julio de 2014

‘Parece Año Nuevo todos los días’



Desde el comienzo del Mundial, los comerciantes del famoso barrio turístico de Copacabana en Río de Janeiro se frotan las manos ante los buenos negocios, pero la falta de mercaderías los amenaza y los proveedores no pueden aguantar el ritmo.

“Aunque es invierno, es como si fuese Año Nuevo todos los días”, dice Juan de Lima, uno de los gerentes del kiosco Ray y Ysarah que bordea la playa más famosa del mundo, cuyos fuegos artificiales atraen cada 31 de diciembre a más de un millón de personas.

Para enfrentar la demanda, Juan tuvo que apelar a dos empleados adicionales y amplió el horario de su kiosco, que ahora ofrece comida y bebidas las 24 horas del día a los turistas venidos de distintas partes del mundo.

Las cervezas, caipirinhas, pizzas y “frango passarinho” (pollo frito al ajo) se venden como churros y estos kioscos con una vista al mar grandiosa no se vacían nunca, sea de día o de noche.

Vedette de ventas: el “agua de coco” (un gran coco verde helado y agujereado, con una pajita para sorber su jugo), reclamado a toda hora. “Normalmente en esta época del año vendemos 50 por día. Pero gracias a la Copa vendemos de 200 a 300 diarios”. “Nuestros mejores clientes son los estadounidenses, realmente gastan sin contar la plata”, explica Juan. Lo mismo sucede en un supermercado del barrio, donde el gerente Almir Patros registró un alza de ventas de 19% en junio.

“Tenemos problemas los días de partido en el Maracaná, nos toman por asalto y nuestras provisiones de pan, jamón y queso se agotan rápidamente porque la gente quiere hacerse sándwiches por poco dinero”, explica frente a una góndola llena de cerveza brasileña, el producto más solicitado desde el inicio del Mundial.

Cada mañana, al amanecer, las calles de Copacabana se convierten en el escenario de un ballet de camiones de entrega que llegan a reaprovisionar a los comercios que son “saqueados” por miles de turistas.

“Esto va realmente tan rápido que a veces los proveedores no llegan a seguir nuestros pedidos”, explica Antonio da Cruz delante de su “lanchonete”, una suerte de bar-restaurante especializado en jugos de frutas y sándwiches.

Antonio es uno de los comerciantes que se ha quedado corto a raíz de la fuerte demanda. “Nuestras ventas aumentaron de 70 a 80%. Nos quedamos varias veces sin naranjas ni maracuyás, porque los proveedores no las entregaron a tiempo”, lamenta. “Algunos (de mis empleados) pusieron muy buena voluntad y trabajan el doble que en tiempo normal, y otros trabajan en sus días libres”, añade Antonio, explicando que no pudo encontrar personal disponible para trabajar en este periodo.

“Apenas duermo cinco horas por noche, pero vale la pena hacer un esfuerzo para ganar más dinero”, asegura este hombre de 67 años. Los turistas coinciden en que en Copacabana se la pasa muy bien de día o de noche “porque es una ciudad muy alegre y reina la diversión”.

Los datos

Ganancias

Tener un puesto de venta de bebida o comida se ha convertido en un muy buen negocio. La demanda es alta.

Demanda

La cerveza es el producto más solicitado de día o de noche en las zonas donde se han instalado los Fan Fest.

Sin descanso

Las playas están siempre llenas y vendedores y proveedores terminan agotados.

Demanda obliga a contratar empleados

AFP

Suane Pinto, responsable de una tienda que vende chancletas —un clásico carioca— reconoce haber “multiplicado sus ventas por 10”. “Desde que comenzó el Mundial, tenemos muchos clientes. Nos quedamos prácticamente la jornada entera en la tienda, es un poco complicado”, explicó la joven de 24 años en medio de cientos de modelos de chancletas brasileñas.

“Vendemos tantas que a veces nos faltan algunos números. El patrón de la tienda debe aumentar el stock, pero no estamos seguros de que llegará antes del fin del Mundial”. Los números altos escasean en la tienda, varios clientes salen decepcionados. Justo al lado, en la vitrina de una tienda de ropa, se lee: “Se busca vendedor o vendedora”.

A dos cuadras de allí, en un restaurante vecino que propone un buffet “al kilo”, una fórmula muy corriente en Brasil en la cual se vende comida por peso, Diógenes da Silva asegura haber previsto todo para la Copa.

“Contratamos nuevos empleados, hicimos formaciones especiales, aumentamos nuestros stocks e incluso compramos nuevos equipamientos de cocina”, sonríe en medio de un puñado de clientes que llegaron a almorzar antes del mediodía.

La única cosa que Diógenes no anticipó es que el alza de su facturación no estaría conforme a sus expectativas: “Facturamos un 20% más que lo habitual, es un poco decepcionante”. Durante la Copa del Mundo la diversión no tiene hora para el punto final. En Botafogo, por ejemplo, la fiesta acaba a las 04.00, pero la actividad nocturna sigue en Copacabana e Ipanema.

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