lunes, 7 de julio de 2014

Brasil y Holanda no fueron fieles a su tradición, pero están en las semifinales

De espaldas a la tradición y ajenos a las críticas por su idea del juego, Luiz Felipe Scolari y Louis van Gaal han guiado a Brasil y Holanda hasta las semifinales de Brasil 2014 y están a un paso de imponer su teoría de que en un Mundial lo que cuentan son los resultados.
"El ‘jogo bonito’ pasa. Lo que quedan son los resultados”. Hace un año, en vísperas de disputar la final de la Copa Confederaciones contra España, Felipao ya expuso abiertamente cuáles eran sus intenciones.
Dejó claro que su plan pasaba por buscar la eficacia. La contundente victoria (3-0) sobre el equipo de Vicente del Bosque, el guardián de las esencias en ese momento, le dio la base sobre la que edificar el camino hacia el hexa, el sexto título mundial que reclama toda la afición.
En el país del "jogo bonito”, el que trazó una línea de Leónidas a Romário por la que debía caminar el resto, Scolari ha logrado que sólo se hable de la lesión de Neymar, que la selección brasileña aparezca como víctima. Víctima de un complot, ideado por los rivales, los árbitros y hasta la FIFA, para evitar que conquiste el título mundial. Y víctima del exceso de presión al que se somete a sus jugadores.
Por un lado, auna a la afición en torno a la idea de que su equipo sufre arbitrajes adversos, porque la FIFA quiere evitar que se le acuse de favorecer al anfitrión. De eso se aprovechan los rivales para "maltratar” a sus jugadores. Cuenta con el ejemplo de Neymar, fuera del Mundial, con una vértebra rota por una entrada del colombiano Camilo Zúñiga que no fue siquiera sancionada.
Van Gaal también ha criticado a los dirigentes ("la FIFA con su gran sabiduría, decidió celebrar una rueda de prensa antes del entrenamiento, lo que no es muy inteligente”), a los rivales ("pongo el esquema que me sirve para ganar, no me importa lo que diga el entrenador de Chile”) y a la prensa ("decían que no íbamos a pasar de la primera ronda y ahora dicen que somos favoritos”).
En el país que ideó el fútbol total, el que asombró al mundo hace 40 años al convertirse en la Naranja Mecánica, ver a Holanda jugando al contragolpe fue un choque. Pero a Van Gaal no le ha importado ceder casi siempre la iniciativa al rival ("Me hace gracia la historia de la posesión”). (EFE)

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