La abuela del genial delantero uruguayo Luis Suárez reveló el posible motivo que tiene el delantero para morder a sus rivales, al tiempo que lo calificó de buenísimo”, pero “calentón” desde chiquito, lo que en Uruguay define a una persona irascible.
El cuarto de siete hermanos, el pequeño Suárez “no era peleador, era buenito, buen compañero”, dijo el miércoles desde su Salto natal (noroeste) a la AFP su abuela paterna Lila Píriz. “No sé qué le pasó a mi ‘negrito’” durante el partido con Italia, que terminó con un triunfo de 1-0 a favor de Uruguay, y clasificó a la Celeste a octavos de final de la Copa del Mundo, añadió.
“No sé por qué tiene esos arranques, cuando tiene todo para ser feliz. Quizás el divorcio de los padres, las privaciones que pasaron”, explicó Lila, que admite, de todas formas, que la ahora estrella del Liverpool siempre fue “calentón”... al igual que su padre, militar y también jugador de fútbol en su ciudad.
“Nunca pensamos que Luisito iba a ser el más famoso de todos con ese carácter”, ríe Lila.
Roberto Mezza, amigo del padre de Suárez y que jugó con él en el salteño Deportivo Artigas, cuenta que Suárez tiene a quién salir. “Conociendo al padre”, señala con risas.
Richard Suárez, sin parentesco con el jugador y que fuera testigo de los primeros pasos en las categorías infantiles de Salto del ahora goleador, lo defendió tajantemente: “nunca fue agresivo”.
“Muchos lo tienen catalogado como mala persona y no es así, es buenísimo, hay cosas que pasan en una cancha de fútbol y después son discutidas por gente que nunca transpiró la camiseta”, aseguró.
Estuvo tratado por la ira
El trabajo faltaba en la humilde familia y cuando su madre consiguió un empleo como limpiadora en la capital, la familia entera se mudó a Montevideo. Luis tenía siete años y le costó mucho adaptarse al cambio, relata la periodista Ana Laura Lissardy en Vamos que vamos, libro de entrevistas a los jugadores de la selección.
Dos años después, la separación de sus padres “le desacomodó la tierra bajo los pies” nuevamente, relata Lissardy. Vino entonces una adolescencia de rebeldía y poco apego por el estudio y el fútbol.
Para Pablo Martínez, psicólogo de la Universidad de la República y especializado en psicología deportiva, “la mordida se da en aquellas personas que han tenido una niñez muy agresiva, muy carenciada, y es una forma de defenderse de la agresión externa o de los mayores”.
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