El nuevo estadio Maracaná de Río de Janeiro, que acogerá las finales de la Copa Confederaciones y del Mundial 2014, abrió sus puertas ayer para un partido amistoso al que asistió la jefa de Estado, Dilma Rousseff.
Celebraron la conclusión de las obras, pero la inauguración oficial del nuevo Maracaná quedará pendiente para el 2 de junio, cuando Brasil recibirá a Inglaterra para jugar un amistoso.
La ceremonia incluyó la presentación de vídeos sobre la historia del estadio y las obras desarrolladas en los últimos tres años, así como de populares cantantes de samba que entonaron algunos de los himnos de las hinchadas cariocas.
Inmediatamente después, en medio de impactantes juegos de luces, el estadio recibió nuevamente al fútbol para el primer partido sobre el nuevo césped, entre equipos de “amigos” de Ronaldo y Bebeto, dos de las grandes glorias del fútbol brasileño.
Además de Rousseff y otras autoridades estuvieron en las tribunas los 8.000 obreros que trabajaron en la construcción y sus familias, que se confundieron en un público calculado en 27.500 personas.
La capacidad total del estadio es ahora de 78.838 espectadores, pero será reducida a 76.935 en competiciones de la FIFA, y hoy sólo fue utilizada en cerca de un 30 por ciento, por tratarse de una primera prueba de las instalaciones.
Las obras en el templo del fútbol brasileño comenzaron en agosto de 2010 y, según las cifras más recientes divulgadas este mes por el Gobierno brasileño, han costado 808,4 millones de reales (unos 404 millones de dólares).
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