El delantero de la selección argentina sub-20 de fútbol llegó ayer al entrenamiento de su equipo con la cabeza rapada, todo por haber marcado uno de los tres goles con los que Argentina venció a Corea del Norte en el último compromiso de la fase de grupos del Mundial de Colombia.
“Sí, fue una apuesta con mis compañeros. Si marcaba un gol, me rapaba la cabeza, y bueno, tocó cumplir”, señaló a los periodistas, entre risas, y reconoció que no le fue muy bien en su labor de goleador.
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