Brasil paró hoy para acompañar la victoria de la selección brasileña contra Chile en el Mundial y los aficionados enloquecieron con el juego atractivo y la clasificación de la Canarinha a los cuartos de final.
De norte a sur del país, los brasileños volvieron a reunirse delante de los televisores en casas, bares y plazas públicas donde pudieron ver al conjunto nacional derrumbar a los chilenos por 3-0, con muchas jugadas ofensivas y buenas actuaciones de las principales estrellas del equipo.
En Río de Janeiro centenas de aficionados escogieron reunirse en una tradicional calle llena de bares en el barrio de Botafogo, donde vibraron con los goles de Juan, Luis Fabiano y Robinho.
Entre los aficionados no faltaron pelucas, banderas e incluso 'vuvuzelas', todo con los colores verde y amarillo de Brasil, y por supuesto, barriles y barriles de cerveza, bebida con la que los brasileños siempre riegan los partidos.
A cada gol, gritos, cerveza por el aire y una estruendosa 'vuvuzelada' a la que algunos vecinos respondieron con el lanzamiento de cohetes.
Muchos cariocas se unieron a los turistas para aprovechar el buen tiempo y acompañar el encuentro en el Fan Fest de la FIFA montado en la arena de la playa de Copacabana, desde donde se transmiten los partidos a través de una pantalla de 120 metros.
En São Paulo el mayor punto de concentración fue la plaza conocida como Vale del Anhangabaú, que reunió a unos 50.000 aficionados en el centro de la ciudad.
Mientras en la ciudad de Salvador, emblemática capital del estado de Bahía, la gente se congregó en el tradicional barrio de Pelourinho para acompañar el fútbol con el ritmo frenético del grupo de percusión Olodum.
Con todo el país pendiente del partido, las calles quedaron desiertas, con nada de tráfico por las vías públicas y casi todas las tiendas cerradas, una imagen que contrastó con la algarabía de horas antes, cuando los aficionados abandonaron el trabajo a las prisas para acudir a casa o al bar a la carrera.
Por ser este partido en lunes y el último de la fase de grupos el pasado viernes, los brasileños se encontraron con un casi festivo no oficial de cuatro días.
El viernes muchos comercios solo comenzaron a trabajar por la tarde y otros ni abrieron sus puertas y hoy volvieron a echar el cerrojo poco después del mediodía.
De norte a sur del país, los brasileños volvieron a reunirse delante de los televisores en casas, bares y plazas públicas donde pudieron ver al conjunto nacional derrumbar a los chilenos por 3-0, con muchas jugadas ofensivas y buenas actuaciones de las principales estrellas del equipo.
En Río de Janeiro centenas de aficionados escogieron reunirse en una tradicional calle llena de bares en el barrio de Botafogo, donde vibraron con los goles de Juan, Luis Fabiano y Robinho.
Entre los aficionados no faltaron pelucas, banderas e incluso 'vuvuzelas', todo con los colores verde y amarillo de Brasil, y por supuesto, barriles y barriles de cerveza, bebida con la que los brasileños siempre riegan los partidos.
A cada gol, gritos, cerveza por el aire y una estruendosa 'vuvuzelada' a la que algunos vecinos respondieron con el lanzamiento de cohetes.
Muchos cariocas se unieron a los turistas para aprovechar el buen tiempo y acompañar el encuentro en el Fan Fest de la FIFA montado en la arena de la playa de Copacabana, desde donde se transmiten los partidos a través de una pantalla de 120 metros.
En São Paulo el mayor punto de concentración fue la plaza conocida como Vale del Anhangabaú, que reunió a unos 50.000 aficionados en el centro de la ciudad.
Mientras en la ciudad de Salvador, emblemática capital del estado de Bahía, la gente se congregó en el tradicional barrio de Pelourinho para acompañar el fútbol con el ritmo frenético del grupo de percusión Olodum.
Con todo el país pendiente del partido, las calles quedaron desiertas, con nada de tráfico por las vías públicas y casi todas las tiendas cerradas, una imagen que contrastó con la algarabía de horas antes, cuando los aficionados abandonaron el trabajo a las prisas para acudir a casa o al bar a la carrera.
Por ser este partido en lunes y el último de la fase de grupos el pasado viernes, los brasileños se encontraron con un casi festivo no oficial de cuatro días.
El viernes muchos comercios solo comenzaron a trabajar por la tarde y otros ni abrieron sus puertas y hoy volvieron a echar el cerrojo poco después del mediodía.
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