La lluvia y la decepción en el rostro de los jugadores deslucieron ayer el regreso a casa de la selección nacional holandesa después de ver frustrado por tercera vez su sueño de ganar un campeonato mundial de fútbol.
Apenas dos horas y media después de que la Roja hiciera vibrar el aeropuerto de Barajas a su llegada a Madrid, la tormenta terminó de aguar el regreso a casa de los vicecampeones del mundo, quienes, visiblemente agotados, tuvieron que conformarse con levantar ramos de flores naranjas en lugar del ansiado trofeo.
Al bajar del Boeing 777 en el que han pasado cerca de 11 horas desde su despegue, anoche de Johannesburgo, los 23 no han ocultado su tristeza por la ocasión perdida tras ser vencidos por España, aunque han reivindicado el buen juego del que han hecho gala.
El seleccionador nacional, Bert van Marwijk, reconoció que el equipo aún no ha podido digerir la decepción y que necesita descansar antes de participar en los actos de celebración que hoy volverán a teñir de naranja los Países Bajos, entre ellos un paseo en barco por los célebres canales de la capital.
Van Martwijk agradeció a la afición el apoyo recibido durante el campeonato, que el domingo se volcó con su selección y abarrotó los centros neurálgicos de Amsterdam para seguir la final. Por su parte, el capitán de la escuadra, Giovani Van Bronckhorst, visiblemente emocionado tras su último partido antes de retirarse, tuvo unas palabras de reconocimiento para sus compañeros y el equipo técnico.
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