jueves, 8 de julio de 2010

Habrá nuevo campeón mundial

España volvió a derrotar a Alemania por 1-0, como en la final de la Eurocopa del 2008, y conquistó el derecho a disputar contra Holanda, por primera vez una final de la Copa del Mundo, que tendrá un campeón inédito.

Holanda o España. Para uno de los dos se abrirán en el Soccer City de Johannesburgo las puertas del club de los campeones, hasta hoy reducido a siete equipos: Brasil (5), Italia (4), Alemania (3), Argentina y Uruguay (2), Inglaterra y Francia (1).

Holanda y España protagonizarán la octava final mundialista entre equipos de Europa, sellando la hegemonía del viejo continente, que sumará su primera corona fuera de su territorio.

Europa tiene ya asegurado levantar el trofeo, su décimo en una Copa del Mundo, dejando atrás su igualdad con la otra gran potencia, Sudamérica, que el martes perdió su última opción con la victoria neerlandesa sobre Uruguay (3-2).

La final íntegramente europea será la segunda consecutiva, después de que Italia se impusiera en los penales del 2006 a Francia, en Alemania 2006.

Tras llegar a cuartos en inferioridad, con tres representantes (Holanda, España y Alemania) por cuatro sudamericanos (Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay), la tendencia cambió en semifinales, donde accedieron los tres europeos y tan sólo los 'charrúas'. Hace cuatro años hubo pleno 'local' en la penúltima ronda (Alemania-Italia y Portugal-Francia).

En el pasado hubo siete ocasiones en las que el último partido del torneo tuvo dos contendientes europeos. La primera de ellas fue en Italia 1934, donde los locales dominaron 2-1 a Checoslovaquia, cuatro años antes del éxito de la Nazionale frente a Hungría (4-2) en Francia 1938.

Hubo que esperar hasta Suiza 1954 para volver a vivir otro momento así, cuando Alemania Federal obró el 'milagro de Berna' con una victoria por 3-2 sobre los húngaros. En Inglaterra 1966, los locales se impusieron precisamente a la República Federal Alemana (4-2). El equipo germano pudo desquitarse en 1974, con victoria sobre Holanda (2-1), aunque en la siguiente 'final europea' del Mundial, en 1982, Italia ganó 3-1.

Desde entonces, las finales midieron a un europeo con un sudamericano, con la excepción del 2006 y ahora de Sudáfrica 2010.

Finalistas

La primera
España llegó por primera vez a una semifinal mundial y el domingo jugará su primera final.

Pasaron 32 años
Holanda jugó dos finales y perdió ambas. En 1974 y 1978. La última, hace 32 años, frente a Argentina.

¿La tercera, la vencida?

Holanda disputará una nueva final, tras haber perdido las de 1974 y 1978, y espera que a la tercera sea la vencida, mientras que España, después de obtener el cuarto puesto de Brasil 1950 como mejor tarjeta de presentación, puede acabar de golpe con todos sus fantasmas.

Holanda llegó a semifinales como favorito ante Uruguay, tras haber dejado en el camino a Brasil, y cumplió los pronósticos, aunque ganó con más dificultades de las previstas (3-2).

De este modo, Holanda, que llegó invicto al Mundial y ha ganado todos sus partidos en Sudáfrica, tiene la oportunidad de hacer justicia a los Johan Cruyff, Johan Neeskens, René y Willy Van de Kerkhof, Ruud Krol y Johny Rep, aquella fantástica generación de los 70 que no ganó un título que merecía.

Alemania disputó siete finales, de las cuales ganó tres; mientras que Uruguay fue dos veces primero (1930 y 1950) y otras tantas ocupó el cuarto lugar (1954 y 1970).

Óscar Dorado Vega
San Fermín lo miró de palco

España no necesitó del Santo para hacer historia. No. Si alguna invocación hubo, quedará remitida al estricto y por cierto respetable terreno de la fe. Bastó su juego (qué mejor arma) y a otra cosa. El uno a cero quedó corto, pero como el equipo de Del Bosque suma tres triunfos consecutivos por ese marcador, no extrañó demasiado.

Sí llamó la atención ver a una Alemania tan desdibujada, absolutamente distinta del equipo que apabulló a Argentina. Entonces, por caso, hay que preguntarse cuánto influyó la ausencia de Thomas Müeller. El derrotado de ayer corrió detrás de la línea de la pelota, cual elenco aprendiz, y definitivamente estuvo más cerca de sufrir el segundo que de empatar.

Los rojos, en cambio, manejaron siempre el balón, no se cansaron cuando —como tantas veces, a lo largo del campeonato— no apareció el hueco para el pase profundo o entre líneas y Xavi, que la acarició como ninguno, volvió a demostrar su mayúscula importancia, apoyado por las excepcionales faenas de Xabi Alonso e Iniesta, sin desmerecer la válvula de salida que generalmente ofreció Sergio Ramos.

España expuso una virtud adicional y sustantiva: no sólo provocó que el rival mirara —al borde de la impotencia— la redonda, sino que clausuró efectivamente sus opciones de reacción. Equilibrio, que le llaman.

Y es que la mecánica de los rojos ni siquiera parece necesitar de envergadura física porque al apoderarse del instrumento de juego —único y por eso apetecido— deja al descubierto las carencias de quienes no logran recuperarlo. La "Furia" (encarnada en el fortísimo cabezazo de Carles Puyol, que a la postre selló la diferencia) no sólo lo tiene, sino que lo cuida muy bien, en un circuito de rotación y desmarque poco menos que inigualable en el mundo. Si por algo se recordará a este conjunto será por dicha capacidad.

Así Alemania sufrió un empequeñecimiento letal. Schweinsteiger, Ozil, Podolski y Klose, tan gravitantes en jornadas anteriores, transitaron en medio de una intrascendencia impropia de los atributos que les son conocidos.

Cuando un cuadro manda a base de autoridad el otro, por efecto inmediato, reduce su dimensión de juego. Algo así como la trama del gato con el ratón, que el primero maneja a su antojo.


Óscar Dorado Vega
es periodista y corresponsal de Fox Sports.

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