lunes, 14 de junio de 2010

SUDAFRICA 2010 Geometría futbolística

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Alemania llegó al Mundial de Sudáfrica con un equipo con promedio de edad de 25 años, cosa que anuncia un recambio generacional de sus jugadores de élite, sin su principal figura internacional, Michael Ballack, pero, cuándo no, con esa fortaleza emocional que la hace tan portentosa a la hora de encarar los partidos.

Los argentinos eliminados por los anfitriones en la anterior Copa del Mundo, y que se constituyeron en el equipo que mejor fútbol expuso, todavía deben recordar amargamente a los Schweinsteger, Mertesacker, Podolsky y Klose, que ayer volvieron a demostrar que el orden, la altísima capacidad de concentración y el trabajo colectivo a toda máquina, los hace siempre candidatos a llegar a las últimas instancias de la competición.

Los dirigidos por Joachim Löw, que recibiera en la dirección del equipo la posta de Jurgen Klinsman, tuvieron en el centrocampista ofensivo Ozil al dibujante del funcionamiento del equipo blanquinegro, que comandó las triangulaciones veloces y los envíos diagonales con pelota contra el piso y balones aéreos como el que permitió que Klose pusiera su sello de gran cabeceador para marcar el segundo gol.

Por el trámite del juego, con una Australia desprovista de inspiración y atisbo de siquiera alguna virtud, Alemania se dio el lujo de reemplazar a Klose por el delantero de origen brasileño Cacau que definió rotundamente para convertir el gol que cerró el marcador y que tranquilamente pudo haber terminado con siete u ocho goles, si se consideran por lo menos media docena de opciones desperdiciadas.

Muy sencillo le ha resultado el debut a esta selección que es siempre candidata y que seguramente tampoco deberá perder el sueño para enfrentar a Serbia y Ghana y conseguir el primer lugar para acceder a octavos de final. Alemania hizo una vistosa exhibición y solamente sabremos de su real capacidad cuando le toque enfrentarse a rivales de fuste que sepan cómo combatir tácticamente su coherencia, su solidez y el guión de hierro al que siempre se ciñen para intentar llegar al podio.

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