El lateral derecho Yuichi Komano tuvo una actuación sólida durante los 120 minutos del partido ante Paraguay, pero abandonó el campo del estadio Loftus Versfeld devastado por haber fallado el penalti que eliminó a la selección japonesa del Mundial.
Komano falló el tercer penalti de los japoneses. Tomó impulso y pateó fuerte, alto, al centro del arco. El balón reventó contra el travesaño y fue el único fallo de los nueve cobros realizados tras el empate sin goles. Los penaltis terminaron con la victoria paraguaya por 5 a 3.
Así como Oscar Cardozo convirtió el quinto penalti de los ganadores, Komano se tomó la cabeza con las manos y rompió en lágrimas, en el medio campo. Luego fue consolado por sus compañeros, quienes lo llevaron cerca de la hinchada joaponesa, que aplaudió el esfuerzo de la selección en Pretoria. Fue al vestuario, abrazado con el capitán Hasebe, casi cargado.
La derrota en los penaltis destruyó el sueño japonés de hacer la mejor campaña de su historia en los Mundiales. En 2002, cuando fue sede del evento, Japón fue eliminado por Turquía en octavos.
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