La última mala noticia del país organizador del Mundial es reciente. "Para el impulso final de los preparativos precisamos una fuerte ayuda financiera", reza el S.O.S de Johannesburgo a Zúrich, sede de FIFA.
En la ciudad suiza, la rica FIFA debe abrir de nuevo su rebosante saco de dinero. A la transferencia de 100 millones de dólares se unió un aviso: "Ahora ya basta, no hay más". Pero habrá que ver si ésta es la última palabra.
Porque como se rebasaron en mucho todos los presupuestos mundialistas en Sudáfrica, la gran fiesta del futbol se ha convertido en un saco sin fondo. El país sufre bajo ese lastre y la FIFA teme por sus balances. En comparación con Sudáfrica, el consorcio del fútbol se halla en una situación confortable con 2.800 millones de euros (3.360 millones de dólares) en caja, unos 700 millones de euros (840 millones de dólares) más que en el Mundial de Alemania 2006. Con ello pueden compensarse fácilmente los gastos adicionales del Mundial en Sudáfrica.
Los gastos de la FIFA hace cuatro años se elevaron a 630 millones de euros (unos 755 millones de dólares). Esta vez se calcularon 880 millones de euros (alrededor de 1.005 millones de dólares). Con el envío adicional de 100 millones de dólares se rozó el tope de mil millones de euros.
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