viernes, 11 de julio de 2014

Entradas revendidas para ver la final se pagan hasta $us 19.000

No hay entradas. La FIFA ha colgado este cartel en la ‘taquilla’ virtual de su página web anunciando que está todo vendido. Ni siquiera los VIP pueden ya hacerse con una localidad para ver la final en el Maracaná que enfrentará el domingo a Alemania con Argentina.

Tenía que haber sido previsor si quería conseguir una entrada para el partido. Y más para tenerla a buen precio. Hace meses, cuando la FIFA comenzó la venta, el precio oscilaba entre los 320 euros ($us 435) la más barata y los 720 ($us 980) de la más cara para un asiento en Maracaná.

Ahora todo es más difícil. Para empezar, hay que cometer una infracción si se quiere ver en vivo a Müller y Kroos contra Messi. La FIFA prohíbe explícitamente la reventa bajo cualquier supuesto, pero hoy se ve como el único camino para ver el partido.

Quienes opten por esta vía deberán, además de arriesgarse a ser descubiertos, aflojarse el bolsillo: la franja de precios que se paga en la reventa varía desde los 4.600 euros ($us 6.265) hasta los 14.000 euros ($us 19.068).

Todos los muros de contención que la organización trató de poner a este problema parecen haberse derribado, a tenor de cómo está funcionando el ‘mercado alternativo’ de entradas. Medidas como que cada domicilio brasileño podía comprar solo cuatro entradas por partido o que los boletos fuesen nominales no han evitado la reventa.

El asunto se ha descontrolado tanto que uno de los responsables de la empresa a la que la FIFA designó para comercializar entradas, Match Services AG, ha sido detenido. Según recoge AP, Raymond Whelan estaba detrás de una red de revendedores. Esta empresa era la encargada de vender el pack Hospitality, un paquete que incluía hotel de lujo, plaza de aparcamiento en el estadio y hasta catering gourmet durante los 90 minutos. Dos días antes de la final, su página web ya no permitía ni comprar entradas para el partido del tercer y cuarto puesto.

No ha sido el único escándalo. La Policía brasileña detuvo a 11 miembros de otra red que llevaba revendiendo entradas desde el Mundial de Corea y Japón en 2002. Un negocio lucrativo a tenor de lo que ganaban: 91 millones de dólares por evento, según la Policía.

El Mundial de Brasil pasará a la historia (además de la goleada que sufrieron los anfitriones en semifinales) por ser el segundo que más público ha llevado a los estadios. Sumando la final que queda por disputarse, más de 3.4 millones de personas habrán pisado las 12 sedes.

El furor por las entradas durante este Brasil 2014 ha sido tan desorbitado que el pasado abril se vendieron 126.837 boletos en apenas cuatro horas.

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