jueves, 29 de mayo de 2014

El Mundial dejó herencia de estadios vacíos y hoteles llenos en Sudáfrica



Sudáfrica aspiraba a más dinero, más turistas y más fútbol gracias al Mundial-2010, pero cuatro años después y cuando el debate sobre el legado que el torneo de 2014 dejará en Brasil, el balance se ha quedado a medio camino.

El sonido ensordecedor de las vuvuzelas ha quedado muy atrás. En el majestuoso estadio de Ciudad del Cabo ahora domina el silencio. Para un partido del club local, el Ajax Cape Town, en la liga sudafricana sólo acudieron 400 aficionados a unas gradas que pueden acoger a 55.000 personas.

La construcción de ese recinto costó 400 millones de euros, una suma que sirvió para crear este "elefante blanco", el apelativo que reciben las infraestructuras que terminan siendo más costosas que beneficiosas. Los gastos de funcionamiento son cuatro veces más importantes que los ingresos que genera.

El Cape Town Stadium acoge también conciertos y manifestaciones, pero no son actividades frecuentes. El gobierno local de Ciudad del Cabo, que gestiona la propiedad del estadio, quiere ahora buscar nuevas vías para sufragar los gastos, mientras hay contribuyentes que abogan por "derribar al elefante blanco" y construir un parque en el lugar.

"(El gobierno local de) Ciudad del Cabo repite que la demolición no es una opción. Vamos a continuar explorando soluciones alternativas para hacer que el estadio sea viable", declaró el adjunto encargado de Turismo y Eventos, Grant Pascoe.

Salto en cuerda elástica

La situación no parece mejor en Durban. En el estadio Moses Mabhida hay restaurantes y otros locales y los propietarios han buscado fórmulas para atraer público, entre las cuales han optado por aprovechar el inmenso arco que corona el recinto para hacer saltos con cuerda elástica.

Tanto en Ciudad del Cabo como en Durban, los populares equipos de rugby locales han sido invitados a jugar en los estadios, pero son propietarios ya de sus propias instalaciones.

Los miles de millones de rands (millones de euros) invertidos lo han sido a fondo perdido. En cualquier caso para el fútbol, que en Sudáfrica es un deporte de la mayoría negra, habitualmente de las clases más populares. La media de espectadores en partidos de primera división había crecido de 3.800 a 7.100 después del torneo, pero ha caído recientemente a 6.700.

A pesar además de la organización en 2013 de la Copa de África de Naciones (CAN), el fútbol continúa a la sombra del rugby y del cricket, los deportes preferidos de la minoría blanca.

Proyectar una imagen de país

Si el Mundial reportó 3.000 millones de dólares (unos 2.200 millones de euros) de ingresos a la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), ello representa, por lo menos, la cantidad de pérdidas del Estado sudafricano.

Pero para el nuevo ministro de Finanzas -y expresidente del Comité de Organización-, Nhlanhla Nene, la apuesta mereció la pena.

"El gobierno veía en la organización del Mundial de 2010 un catalizador para el desarrollo y las inversiones en infraestructuras, con el objetivo de la creación de empleos y el crecimiento económico, y no sólo la financiación de un evento único", dijo en una recientre entrevista.

El Mundial "mejoró también la imagen del país en el plano internacional" y sirvió para mejorar los transportes y la red hotelera.

En ese aspecto, el torneo sí tuvo un efecto positivo. Pese a la crisis económica, el número de visitantes extranjeros no para de crecer y va de récord en récord.

Los sudafricanos repiten a menudo que el Mundial permitió a la nación 'arco iris' de Nelson Mandela encontrar un hueco en el mundo.

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