La selección de México recibirá hoy a Nueva Zelanda en el partido de ida de la repesca que marca la última oportunidad para tener una plaza en el Mundial de Brasil.

Después de su fracaso en las eliminatorias de la Concacaf, en las que no pudo ganar uno de los tres pases directos al Mundial y cambió cuatro veces de entrenador, México apuesta por una fórmula netamente casera para mejorar el semblante futbolístico y derrotar en casa a Nueva Zelanda.

Con los nervios que le dejó la mala racha y la necesidad de salvar para los anunciantes un negocio de millones de dólares, la selección de México ha pasado por una cirugía para encarar los que son considerados ahora como ‘los dos partidos más importantes que tendrá en 50 años’.

Con un equipo como base, el América, y su entrenador, Miguel Herrera, en el rol de seleccionador interino, el Tri ha prescindido, al menos para el partido de ida, de las figuras que militan en clubes del exterior en su cruzada por salvar los muebles del naufragio y sacar en casa una ventaja importante para definir la repesca dentro de ocho días en Wellington.

La selección mexicana remarán contracorriente porque además de tener que convencer a su aficionados tendrá que dar un giro completo para tener dominio de balón y de cancha, poder de ataque y muchos goles, todo lo que le faltó en la eliminatoria mundialista.

Herrera, el técnico de moda luego de llevar al América al título del pasado torneo, estará obligado a poner una formación con alto poder ofensivo ya que todos esperan que Nueva Zelanda presente un esquema defensivo.

Nueva Zelanda, que dirige Ricki Hebert, por historia tiene menos galones que la mexicana pero la teórica inferioridad futbolística es el argumento que esgrimen los sensatos para pedir a los mexicanos que no se confíen.

Oceanía no tiene un cupo directo en el Mundial de la FIFA y debe buscar su pase siempre en una repesca internacional contra otra Confederación, que en este ciclo correspondió a la Concacaf.

Los mexicanos saben que Nueva Zelanda fue la única selección que no perdió un partido en el Mundial de Sudáfrica 2010. Fue eliminada con sendos empates con Eslovaquia, Italia y Paraguay.

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La selección de Uruguay echará hoy en Ammán ante la de Jordania parte de los últimos restos que quedan para encontrar plaza en el Mundial de Brasil y con una formación altamente ofensiva apostará por sacar los tres puntos a un rival entusiasta y aplicado, que tiene el sueño de dar una sorpresa.

Sin Diego Forlán desde el comienzo, pero con los creativos Nicolás Lodeiro y Cristian Rodríguez y los arietes Cristhian Stuani, Luis Suárez y Edinson Cavani, la Celeste se plantea un partido de ida de repesca como si no hubiera mañana.

El anuncio de la plantilla titular por Oscar Washington Tabárez fue acompañado por el mensaje de que no hay confianza desbordada, pero sí decisión y cuidado para evitar sorpresas pues, a juicio del seleccionador, los jordanos “están frente a una posibilidad histórica y ello los hace un rival de mayor cuidado”.

Jordania nunca jugó un Mundial. Llegó ahora a la última etapa de clasificación tras quedar tercera en su grupo por detrás de Japón y Australia y superar en repesca a Uzbekistán tras empatar 1-1 en ambos partidos al ganar en tanda de penaltis por 9-8.

Los uruguayos quedaron quintos en las eliminatorias sudamericanas, el mismo lugar que ocupa en el ránking de la FIFA, mientras que la selección jordana está en el puesto 70.

Hasan jugó con Egipto el Mundial de Italia’90 y esa experiencia crea ilusión entre los jordanos.

Si bien ha reconocido la “superioridad técnica” de la selección de Uruguay, garantizó que la estudió “cuidadosamente” y que, al igual que todos los equipos, “tiene fortalezas y debilidades” que sus jugadores esperan neutralizar y explotar.

Para el entrenador jordano “la voluntad y determinación” de sus dirigidos permitirá igualar las opciones frente a los uruguayos.

Varios jugadores uruguayos han coincidido en señalar su respeto hacia a la selección de Jordania y la seguridad de que no será una repesca fácil.