El fútbol asiático está en auge. A la brillante clasificación de Corea del Sur se sumó Japón con una sorprendente apuesta por el buen fútbol. Pasó por encima de Dinamarca (1-3) con dos goles espectaculares de Honda y Endo y otro de Okazaki. Paraguay, rival en octavos, tiene motivos para asustarse. El juego de Japón lo merece.
Y sino que se lo digan a Dinamarca. A los de Morten Olsen le superaron en todas las facetas del juego, incluso la táctica. Tocaron mejor, fueron más efectivos, se colocaron con mayor criterio y ofrecieron un despliegue físico netamente superior al de su rival. Y cuando todo esto ocurre, sólo se puede hablar de una cosa: baño, o lo que es lo mismo, un repaso en toda regla.
A los de Morten Olsen le superaron en todas las facetas del juego, incluso la táctica. Tocaron mejor, fueron más efectivos, se colocaron con mayor criterio y ofrecieron un despliegue físico netamente superior al de su rival.
Resulta extraño asimilar esto si se matiza que a los nipones les valía con el empate para estar en octavos. Cansados de ver en este Mundial como los equipos juegan en función del resultado, ver a los pupilos de Okada es una bocanada de aire fresco.
Aguantaron los nipones el inicio ambicioso de su rival, que veía como Tomasson comenzaba a acumular errores en la definición. Fueron quince minutos, nada más. En cuanto Endo, Hasebe y Honda se encontraron, se acabó la historia.
Golpes muy francos
Pero los momentos decisivos del choque, curiosamente, no llegaron con el fútbol de asociación de los de Okada, sino a balón parado. Dos libres directos, de apariencia distinta, noquearon a Dinamarca. Primero fue Honda quien sorprendió a Sorensen con un lanzamiento escorado apoyado, según los más escépticos, en el veneno del Jabulani. Y después, Endo con un tiro ajustado que superó una barrera colocada de manera nefasta.
Entre mazazo y mazazo, por cierto, otra oportunidad de Tomasson al limbo. Todo ello en una media hora que había tirado por la borda cualquier opción danesa de plantarse en octavos. Tres goles para Dinamarca, ahora y siempre, son muchos.
Olsen decidió pasar al plan B ante la incomparecencia de Rommedahl y Kahlenberg y reveló la estrategia en los vestuarios.
Olsen decidió pasar al plan B ante la incomparecencia de Rommedahl y Kahlenberg y reveló la estrategia en los vestuarios. Tocaba colgar balones al área. Llegó entonces la enésima respuesta de Japón. Ni por abajo, ni por arriba. Ni en las bandas, ni por el medio. Portería cerrada a cal y canto.
Sólo la actuación de Agger dentro del área y la pésima dirección del colegiado permitieron a los daneses darse un respiro. Pero menudo respiro...Tomasson quiso resarcirse de sus errores y se responsabilizó de la pena máxima. En un ejercicio de constante torpeza, el capitán erró desde los once metros pero consiguió marcar en el rechace. En su único remate acertado el danés se lesionó.
Pudo lastimarse también Rommedahl poco después en un diablura de Honda. Un recorte sublime pudo partirle el espinazo al danés, que acompañó con la mirada el pase a Okazaki. El mejor goleador, según la IFFHS, del 2009 sólo tuvo que empujarla. Tan fácil como en los dibujos animados, tan sencillo como en una serie de ficción. Así se las gastan los nipones.
Y sino que se lo digan a Dinamarca. A los de Morten Olsen le superaron en todas las facetas del juego, incluso la táctica. Tocaron mejor, fueron más efectivos, se colocaron con mayor criterio y ofrecieron un despliegue físico netamente superior al de su rival. Y cuando todo esto ocurre, sólo se puede hablar de una cosa: baño, o lo que es lo mismo, un repaso en toda regla.
A los de Morten Olsen le superaron en todas las facetas del juego, incluso la táctica. Tocaron mejor, fueron más efectivos, se colocaron con mayor criterio y ofrecieron un despliegue físico netamente superior al de su rival.
Resulta extraño asimilar esto si se matiza que a los nipones les valía con el empate para estar en octavos. Cansados de ver en este Mundial como los equipos juegan en función del resultado, ver a los pupilos de Okada es una bocanada de aire fresco.
Aguantaron los nipones el inicio ambicioso de su rival, que veía como Tomasson comenzaba a acumular errores en la definición. Fueron quince minutos, nada más. En cuanto Endo, Hasebe y Honda se encontraron, se acabó la historia.
Golpes muy francos
Pero los momentos decisivos del choque, curiosamente, no llegaron con el fútbol de asociación de los de Okada, sino a balón parado. Dos libres directos, de apariencia distinta, noquearon a Dinamarca. Primero fue Honda quien sorprendió a Sorensen con un lanzamiento escorado apoyado, según los más escépticos, en el veneno del Jabulani. Y después, Endo con un tiro ajustado que superó una barrera colocada de manera nefasta.
Entre mazazo y mazazo, por cierto, otra oportunidad de Tomasson al limbo. Todo ello en una media hora que había tirado por la borda cualquier opción danesa de plantarse en octavos. Tres goles para Dinamarca, ahora y siempre, son muchos.
Olsen decidió pasar al plan B ante la incomparecencia de Rommedahl y Kahlenberg y reveló la estrategia en los vestuarios.
Olsen decidió pasar al plan B ante la incomparecencia de Rommedahl y Kahlenberg y reveló la estrategia en los vestuarios. Tocaba colgar balones al área. Llegó entonces la enésima respuesta de Japón. Ni por abajo, ni por arriba. Ni en las bandas, ni por el medio. Portería cerrada a cal y canto.
Sólo la actuación de Agger dentro del área y la pésima dirección del colegiado permitieron a los daneses darse un respiro. Pero menudo respiro...Tomasson quiso resarcirse de sus errores y se responsabilizó de la pena máxima. En un ejercicio de constante torpeza, el capitán erró desde los once metros pero consiguió marcar en el rechace. En su único remate acertado el danés se lesionó.
Pudo lastimarse también Rommedahl poco después en un diablura de Honda. Un recorte sublime pudo partirle el espinazo al danés, que acompañó con la mirada el pase a Okazaki. El mejor goleador, según la IFFHS, del 2009 sólo tuvo que empujarla. Tan fácil como en los dibujos animados, tan sencillo como en una serie de ficción. Así se las gastan los nipones.
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