SANTIAGO DE CHILE |
Los chilenos festejaron en grande la clasificación de su selección a los octavos de final del Mundial, pese a la derrota del viernes 2-1 ante España.
Tras al pitazo final, papel picado comenzó a caer desde los edificios capitalinos donde la gente que aún permanecía en sus trabajos vio la transmisión televisiva al tiempo que muchos de ellos se lanzaron a las calles a celebrar. Automovilistas recorrieron las calles haciendo sonar las bocinas de sus vehículos.
Luciendo la camiseta de Chile y portando banderas y criollas vuvuzelas, decenas de miles de personas se dirigieron a la Plaza Italia, un punto de tradicional celebración, cercano al centro capitalino.
Juan Sepúlveda, que observó el partido en una pantalla gigante en la Plaza de Armas junto con miles de personas, comentó que "sufrimos, pero lo importante es que pasamos a la siguiente ronda y ahora a soñar con vencer a Brasil".
Frente a la sede de gobierno de La Moneda y en una céntrica calle fueron apostadas asimismo pantallas gigantes. Unas 15.000 personas se concentraron desde temprano en los tres puntos.
El país se paralizó desde poco después del mediodía local. Las oficinas públicas permitieron que sus funcionarios abandonaran antes del horario o que interrumpieran sus actividades para seguir el partido.
En el sector privado también se otorgaron facilidades con el compromiso laboral de devolver las horas de trabajo interrumpidas.
En muchos lugares se organizaron asados para la celebración posterior.
En los colegios se organizaron para interrumpir las clases y poder seguir el partido.
El ambiente festivo que se observó en Santiago y en otras ciudades del interior comenzó desde temprano y por todos lados era posible ver a mucha gente ataviada con la camiseta nacional, portando banderas o haciendo sonar cornetas.
En la Plaza Italia y en el centro capitalino la policía desplegó gran cantidad de efectivos para evitar algunas desmanes como los registrados tras el triunfo 1-0 sobre Suiza.
El presidente Sebastián Piñera acudió junto con su esposa a la pequeña localidad costera de Duao, a unos 350 kilómetros al sur de Santiago, uno de los lugares arrasadas por el terremoto y tsunami del 27 de febrero para estar junto con los damnificados.
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