lunes, 14 de julio de 2014

Holanda, eterna candidata relegada al título

Todos los historiadores y conocedores del fútbol coinciden en que Holanda fue la cuna del denominado Fútbol Total, allá por mediados de la década de 1960.

El Ajax, el equipo holandés más popular, fue el precursor de esta manera de concebir y jugar este deporte, para el que se necesita nada más que un balón, un espacio de terreno, mejor si tiene césped y dos arcos, sin importar si son improvisados o si pertenecen a un estadio famoso. El Fútbol Total no es otra cosa que el atildado juego colectivo de un equipo con el pase exacto y el copamiento de los espacios en el campo de juego.

Es decir, lo que hacía el equipo de Ajax en 1960, la selección holandesa en la década de 1970 o el Barcelona de España, en el último quinquenio.

BELLEZA SIN TÍTULO

Pero asemejándose a un concurso de misses, pese a demostrar un fútbol de bellas formas, la selección de Holanda nunca se ciñó la corona del balompié mundial aunque en tres ocasiones llegó a disputar la final del certamen.

En el Mundial de 1974, Holanda llegó a la final que jugó frente a la anfitriona Alemania y acabó perdiendo por 2 a 1 pese a comenzar ganando con un gol de penal.

En ese Mundial emergió con luces propias el mejor jugador holandés de la historia: Johan Cruyff, un flaco y desgarbado deportista que llenó los ojos del mundo con su fútbol mágico.

Pero aún con este “10”, Holanda se quedó en las puertas del que podría haber sido su primer título mundial de fútbol, con todas las letras.

SE REPITE

Cuatro años más tarde, en el Mundial de Argentina 1978, aunque no estaba el gran Cruyff, nuevamente Holanda se convirtió en una selección arrolladora y llegó a la final.

Pero en esta instancia tropezó con la representación argentina, comandada por el “Matador” Mario Alberto Kempes.

Y pese a que estuvo a un tris de conseguir el gol del triunfo ante Argentina (el poste le negó esa posibilidad) acabó perdiendo la final por 3 a 1 y obtuvo como consuelo su segundo subcampeonato.

A partir de ahí, vino un largo paréntesis con más o menos protagonismo de la selección de Holanda en sucesivos campeonatos del mundo.

Hasta que llegó el Mundial de Sudáfrica 2010. Holanda llegó a la final de los piés y el ingenio de Arjen Robben, un veloz y habilidoso delantero zurdo, campeón de la Liga de Campeones de Europa en 2013, con su equipo, el Bayern de Munich, de Alemania, aunque este año no pudo defender la corona.

Holanda jugó la final de Sudáfrica 2010 ante España. Robben tuvo una oportunidad inmejorable de romper el cero en el marcador, pero el arquero español Iker Casillas le negó el gol.

La selección ibérica se quedó con el título del Mundial, por primera vez.

Y finalmente en el Mundial de Brasil, que probablemente vio por última vez a jugadores como Robben, Sjneider o Van Pierse, Holanda perdió la semifinal por penales ante Argentina y se quedó con las ganas de jugar su cuarta final.

Una vez más quedó destrozado el sueño de la Naranja Mecánica de ceñirse la corona de campeón mundial.

CAMPEÓN DE LA EUROCOPA EN 1988

“El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once... y Holanda se queda a un paso del triunfo”.

Esta libre adaptación de la frase del exjugador inglés Gary Lineker, quien definió el fútbol como “un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once, y siempre gana Alemania”, se puede aplicar tras la derrota de Holanda ante Argentina el miércoles pasado, en la segunda semifinal del Mundial de Brasil 2014.

La selección holandesa es el segundo equipo que más finales mundialistas ha perdido (tres), sólo superada por Alemania, con cuatro, y uno de los equipos que pertenecen a la categoría de grandes que no tiene en sus vitrinas ninguna copa mundial.

Apenas se puede consolar con una Eurocopa, la de 1988 que se disputó en Alemania.

Se puede decir que el hecho de que un país pequeño, de apenas 17 millones de habitantes, haya perdido tres finales implica el mérito de haberlas alcanzado, pero como recordaba el entrenador holandés Louis van Gaal, el miércoles, los deportistas quieren ganar, y este dato probablemente les servirá de poco consuelo.

Es difícil sino imposible, encontrar explicación del porqué uno de los equipos más admirados del mundo no haya alcanzado nunca la gloria del campeón.

Méritos futbolísticos en el juego colectivo e individual tiene Holanda de sobra, a lo largo de la historia del fútbol mundial dio decenas de jugadores estrella a varios equipos de élite.



UNA SELECCIÓN BIEN UBICADA

Holanda ocupa, desde hace una década, un puesto entre las 10 mejores selecciones del mundo, según la clasificación que elabora de manera periódica la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA).

“Siempre estuvimos orgullosos de nuestra manera de jugar. Hicimos cosas importantes en el mundo del fútbol con esta manera de juego. Alcanzamos dos finales y ganamos una Eurocopa. Para ser un país pequeño esto es un gran éxito”, sostiene Ruud Gullit, exfutbolista holandés, que llegó a ser Botín de Oro de Europa.

En los primeros seis meses de este año, Holanda ha bajado posiciones y oscila entre el 10 y el 15, pero en los 10 años anteriores ha estado invariablemente en lo más alto, llegando a alcanzar el tercer puesto en 2008 y 2009 y el segundo en 2010 y 2011.

Para un país con un tamaño levemente superior al de Suiza no es un logro menor.

Pero si se mira a su reputación futbolística y su venerado sistema de juego, especialmente el que desarrolló en la década de 1970, cuesta trabajo creer que no haya ganado aún una Copa del Mundo.

Disputó la final en tres ocasiones y en otras dos ediciones más se quedó en semifinales. Ya quisieran varias selecciones del mundo contar con esta marca porque algunas ni siquiera logran clasificar a un Mundial y cuando lo hacen, éste se constituye en su logro máximo y poco importa como les va en el desarrollo del campeonato.

Pero Holanda, conocida como la Naranja Mecánica, por el color de su camiseta y por la manera mecanizada de jugar, siempre aspira a más en un Mundial.



GOLEADA HISTÓRICA A ESPAÑA

Holanda comenzó su participación en el Mundial de Brasil 2014 con una goleada histórica a España, campeón mundial de Sudáfrica 2010, por 5 a 1.

Visto el desenvolvimiento de la Orange en el campo de juego, pocos dudaban de que llegaría a la final y esta vez lograría el tan ansiado título mundial, negado en tres finales.

Sin embargo, en el crucial partido de semifinal ante Argentina, el miércoles de la semana pasada, Holanda exhibió un fútbol cansino y con mucho recato, tal vez con la idea de no recibir una sorpresa desagradable.

Y como la historia muchas veces se repite si no se aprenden sus duras lecciones, nuevamente Arjen Robben tuvo en sus piés la oportunidad de marcar el que hubiera sido tal vez el gol de la victoria, a los 90 minutos de juego.

El zurdo encaró a Sergio Romero, arquero de Argentina, y cuando se disponía a disparar a bocajarro, le salió al cruce Javier Mascherano, el segundo capitán de la Albiceleste, que con el pie desvió la pelota al tiro de esquina.

Ésa fue la acción fundamental del juego porque no había tiempo para más. Un gol holandés a esas alturas del compromiso hubiera sepultado el sueño argentino de jugar la final del Mundial y ganarla. Pero el partido concluyó con el marcador en blanco durante los 90 minutos reglamentarios, se recurrió a 30 suplementarios, con el mismo resultado.

De acuerdo al reglamento del Mundial, se dispuso lanzamientos desde el punto penal, instancia en la que Romero, el portero argentino, se convirtió en héroe, atajando dos.

Holanda se quedó con los crespos hechos. El título del Mundial parece lejano.

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